viernes, 13 de julio de 2018

Crónicas senderistas por Asturias

¿ Crónicas ?.....¿.Por qué crónicas y no "crónica"?
.La razón es que cada uno de los días que hemos pasado en esa maravillosa tierra, merece  un apartado...¡ Y a ello vamos !


Se dice que los cambios suelen ser graduales...No ha sido así en nuestro caso..



Después de casi 750 kms, de repente... pasamos un puente...tomamos una curva y el paisaje cambió radicalmente..
Del páramo leonés, al verdor incomparable de la montaña asturiana..



Verde y agua por doquier..
Por supuesto, no pudimos evitar el parar para hacer las primeras de las innumerables fotos del viaje..



Uno detrás de otro, aunque separados en el tiempo, fuimos llegando al hotel, donde aterrizamos y empezamos a disfrutar del paisaje que nos rodeaba..



El pueblo..La Pola de Somiedo, se encuentra en el centro del Parque Natural... reserva de la biosfera.



Las habitaciones sencillas pero cómodas y a nuestra disposición, un fabuloso mirador que nos servía tanto para desayunar, como centro de juegos de mesa.




El pueblo no podía ser más pintoresco...



Los pronósticos meteorológicos indicaban lluvia para todos los días, pero fuimos sorteándolos y apenas nos llovió un par
 de veces...¡ Suertudos !.



La primera ruta que nos planteamos fue la del Lago de Somiedo en la aldea de Valle del Lago..



 Era  una ruta circular de unos 12 kms que llegaba al lago..mejor dicho semilago, pues una presa artificial fastidiaba algo el paisaje..



La vista a lo largo del camino, me recordó las Tierras Altas de Escocia...un verde esmeralda, matizado por las rocas grises, infinito horizonte siempre con montaña altísima al fondo..



El único "pero" fueron las fuertes subidas y repechos que fuimos superando poco a poco..



La nota graciosa la ponían los ganados, debidamente cercados en corrales y con algún aviso a excursionistas...
Véase el letrero de la foto..



Conseguida la llegada al lago, el grupo se dividió y mientras unos optamos por volver por el mismo camino..todo él ahora de bajada, otros completaron la ruta de manera circular, internándose en bosque de hayas y senda embarrada..

La siguiente ruta, consistió en ir a ver una braña de teitos ( chozas de techo de paja)  en las que se guardaba el ganado  y que según la información que teníamos, discurría por una senda a media ladera..




La media ladera, en realidad era un senda estrecha de apenas unos 4 palmos  que bordeaba un horrible talud con una inclinación de 80* y con profundísimo barranco.


Se impuso pues, el regreso por el mismo camino, eso sí, ahora con el aliño de la lluvia que convertía el paso en algo terrorífico para mi..


Ni que decir tiene que ya preveía una vuelta "interesante" y acongojante para el que suscribe.
Mientras subíamos, el cielo fue cerrándose a nuestro alrededor y la espesa niebla daba al asunto un punto más de acongojo..



Llegados a la pradería,esquivando las numerosas minas vacunas,  pudimos ver la braña, aunque no pudimos entrar en ninguna..



Paso a paso, pudimos llegar a zona boscosa y dar por terminada una ruta..bellísima...pero por mi parte irrepetible.



El día siguiente, lo invertimos en una ruta mix...etnográfica y senderista..


Nos desplazamos a una aldea llamada Castro, en la que pudimos disfrutar de la Asturias antigua..




Se conservan en perfecto estado no sólo las viviendas, sinos los hórreos y demás elementos etnográficos que convierten la visita como ver un museo.
 Allí mismo, quienes lo desearon, pudieron hacer la mitad de una ruta que completarían al día siguiente...
Otra de las rutas que hicimos ...esta vez en coche...fue a Villar de Vidas, pequeño lugarejo en el que se muestran varios teitos debidamente acondicionados para la visita y contemplación de la dureza de la vida en tiempos pasados...







La comida en la zona es abundante, sabrosa y a muy buen precio..
El culmen lo pudimos comprobar en el albergue situado en la subida al puerto de Saliencia..

Un apetitoso cordero , una sabrosa fabada...sopas..postres de la zona..
Observad a Bertrand pensando cómo atacar...



La última ruta fue a La Peral, aldea situada casi en lo alto del Puerto de Somiedo..



Desde allí, hicimos otra ruta, muy parecida a la del primer día, pero sin subidonas..al menos para el que suscribe que..cauto con sus rodillas... emprendió el regreso a un km.



Los que siguieron llegaron a los prados altos, donde caballos en libertad, praderíos verdes, montañas rocosas pusieron un aire de naturaleza salvaje a su caminata.



Mientras, el que suscribe..y algunos más..nos dedicábamos al noble arte de la contemplanción montañera..



Y asismismo, nos refugiamos de la lluvia que cayó, apiñándonos en las sombrillas..
Como habéis podido comprobar, las crónicas dieron mucho de si..
Hubo mucho más, pero eso queda impreso en nuestras retinas, de una manera que ninguna de las fotografías que os hemos mostrado, podrá reflejar

¿ Y lo de los osos?



Esa fue la mayor preocupación a lo largo de toda la semana.
Afortunadamente no divisamos ninguno...ni de cerca ni de lejos..y tan sólo una solitaria huella en el barro, nos indicó que no son una leyenda montañera,




Unos  260 de ellos   campan   a sus anchas por los bosques y prados que visitamos..



El regreso a casa no tuvo tampoco ningún tropiezo y finalizamos muy satisfechos un viaje  estival que esperamos tenga continuidad.

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